Han ardido.
El tumulto se aferra a los cubos
El tumulto se aferra a los cubos
y tiene enrojecidas las facciones,
las encinas son lenguas
arrasadas por el fuego;
ya no cercan los cuerpos
despojados de señas
y límites:
la desnudez excede los sentidos.
Nunca tuvieron ojos las encinas
pero todo el sudor, la partitura
sujeta entre las ramas
y el peso de los mirlos
heridos por el plomo,
todavía golpean en el aire.
Y a las nucas enlazadas a otras manos
y a la respiración henchida
y silenciosa de la tierra
acuden los escombros,
regresan las cenizas...
LG.
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