jueves, 7 de febrero de 2013

  Decías: "la paz es un anuncio de viajes". Nunca amaste cargar con fardos ni con maletas demasiado pesadas -quien parte siendo niño olvida que el hogar es sólo inamovible en la memoria-; con el tiempo llegué a pensar que preferías la serenidad de lo ya construido frente a todo eso que llamabas sueños de cartón piedra. "Demasiados pájaros en la cabeza, eso pasa", repetías a veces viendo el telediario, a veces cuando hablábamos de propósitos y deseos por alcanzar, y a veces a solas, a modo de retahíla inacabable.
Jamás vi una foto de tu sonrisa, generosa y confiada, en tus cursos de párvulo o jugando en un campo de trigo o estrechando a la mujer que te prestó su vientre para sembrar futuro. Me empeñé en buscar alguna instantánea del día de vuestra boda, quise saber qué temor o qué dicha se escondía en vuestro gesto, pero no encontré nada. El pueblo estaba lejos de estudios fotográficos, me repetiste muchas veces, intentando saciar mi insistencia infantil, mi casi obsesivo empecinamiento.

*

Qué poco puedo ser del fondo de tu rostro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario