jueves, 19 de julio de 2012

Inventarios de sal

Pasos sencillos: como cuando alguien captura tu huella y la estampa en un nuevo pasaporte, primero el roce de la tinta, breve, después la percepción de lo duradero, lo físico, lo palpable. Finalmente, la constatación de que los horizontes se siguen extiendiendo aun cuando estrechas dentro de ti las flores muertas, el rastro de caracoles derribados por las suelas de goma, el olor a incienso si necesitas que tu cabeza sea una tabla rasa, un campo a punto de la siembra. 

Cuanto más te duele respirar el aire entre arboledas inmensas, más agradece tu respiración ese resuello puro. Hubieras preferido no tener que abrir las manos para recoger los cristales pero no se puede caminar eternamente sobre ellos. Te salva ver la sangre, intuir el cese de la herrumbre, de los quistes: aceptas, al fin, que negarte es mutilar tu sombra. Y recuerdas también el frescor de los primeros días de Mayo, tiembla tu pecho de futuro...


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